Untitled Document

 

"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

www.surda.se

 

 

11-01-2016

El canto del cisne del foquismo (II)

 

 

 

 

SURda

Notas

Opinión

c.e.r

El reciente libro de Jorge Zabalza “ La experiencia tupamara (pensando en futuras insurgencias)” se compone de 18 capítulos (la ficha completa del libro la hemos dado en un artículo anterior.

Los tres primeros capítulos son un gigantesco fresco histórico donde la historia nacional se entrelaza con los acontecimientos internacionales. Un formidable trabajo hecho a base de pulcritud y muchas lecturas, con manejo además de cifras y estadística. Más de una vez en su lectura, uno asiente y acuerda, con más de un giro, una frase, una observación, alguna que otra reflexión.

Pero,… ay!! -como me acota un amigo- el “todo” es un soporte, una apoyatura para enfocar mejor “ postulados teóricos previamente determinados”.

Y el postulado teorico previamente determinado es “el foquismo”. Zabalza sigue postulando el foquismo con el cual nació a la vida política cuando dejó de ser “el muchacho calavera” que hasta ese momento había sido. Del guerrillerismo urbano al insurrecionalismo –su última manía- Zabalza sigue creyendo en el “nucleo selecto” de “militantes de fierro”, impolutos, moralmente intachables, en suma, una variable más del voluntarismo.

Jorge Torres ha demostrado el basamento “idealista” de toda esa pretensión. De ese pretendido “hombre nuevo”, que nos guiará al socialismo. El camino de la quimera esta lleno de fracasos y de cadáveres.

Y las pruebas al canto, ahí está su viejo “patrón” (EFH), del cual Zabalza fue “peón” demasiados años. La “troika” EFH, Marenales, el “Pepe” Mujica, sostiene la variable elitista pero conservadora “de los combatientes” y sus supuestos “pactos” y “acuerdos” con la corporación militar. Y, de ese primer supuesto se salta al segundo: que esa alianza –eventualmente, quizás (¡?) es el “motor político” de “un cambio” en el Uruguay.

¿Es necesario decir que el ideal socialista es algo completamente diferente de estas elucubraciones? ¿Leyó Zabalza alguna vez las referencias al “socialismo cuartelero” con el cual Marx ridiculizaba las pretensiones de Lasalle de hacer una alianza política…con Bismark para hacer “los cambios” en Alemania?

Zabalza con su “insurreccionalismo luxemburguista” parece creerlo, vendría a ser… la “variable democrática, progresiva”, pero dentro del mismo dislate general del viejo foquismo. Todo esto lo analizaremos más adelante.

Desde el capítulo primero “Un modo pacífico de dominación” intenta un resumen histórico del Uruguay moderno. Es un relato histórico teñido del “blanquismo” nacionalista original del cual proviene una parte del núcleo familiar de Jorge Zabalza.

Como relato histórico tiene demasiadas carencias particularmente su fobia “antibatllista”. Batlle -según ese relato- era una especie de Prometeo maldito, que hizo “reformas” con la finalidad exclusiva de perjudicar a la izquierda incipiente y raquítica de entonces. Nada más falso y separado de la realidad.

Batlle, el Batlle original, José Batlle y Ordoñez, era antes que nada un hombre de su tiempo. Había vivido la experiencia del militarismo, pero había vivido también (y participado activamente) en la lucha política contra el mismo y sus consecuencias. Fue soldado “de base” en la Revolución Tricolor y en ella se destacó como un combatiente sereno y valiente. Al mismo tiempo, como los civilistas de su época (que pasaron a la historia, por su vacuidad, bajo el mote de “los principistas”) se oponía radicalmente al atraso de las relaciones patriarcales y casi feudales de su país, que era esencialmente bárbaro y rural.

Zabalza pretende juzgarlo a partir de su rechazo a la Comuna de Paris, que según Zabalza habría presenciado. ¿Es necesario señalarle que todos los que alguna vez han presenciado el derramamiento de sangre, las guerras y las revoluciones, no sienten simpatías por esos episodios? La guerra es la barbarización del hombre y hace aflorar en los mismos la indiferencia por la muerte, la brutalidad, y las pasiones más bajas del ser humano.

Dejémonos –particularmente nuestra generación- de andar glorificando el heroísmo, la combatividad y los martirologios!!! Si toca en el destino de un hombre (o mujer) ser combatiente hará bien en cumplir con su deber porque a los enfrentamientos se va a matar o a morir, pero dejémonos de embellecer la circunstancia. La guerra es…un gran crimen colectivo!!!

No hay solamente una literatura blanca al respecto (los cuentos de Javier de Viana, toda la obra “patriota e histórica” de Eduardo Acevedo Díaz) sino que además existe toda una literatura histórica reciente (ver J.P. Barran y B. Nahum “Historia social de las revoluciones de 1897 y 1904” Edic. Banda Oriental, 1994, Tercera edición, 221 págs.) que demuestra que el "problema social” del Uruguay moderno (y alambrado) con su secuela de pueblos de ratas, para nada encontró solución en la guerra civil. “Aire libre y pulpa gorda” y además quemar “postes de alambrada” para comerse la vaquillona “de cruza” y hacer “el asadito” revolucionario podrá parecer muy heroico y edificante, pero no solucionó los problemas de fondo.

Tanto la burguesía urbana, la colorada y la blanca,( que traicionó siempre a los revolucionarios) no tenían ningún proyecto social colectivo hasta Jose Batlle y Ordoñez, mas que el de enviar al pobrerío rural y a los inmigrantes urbanos recientes (los “naciones”) a matarse “entre ellos” en el campo de batalla con el recurso de “la leva forzada”. Demasiado bien sabe Jorge Zabalza estas cuestiones desde Timoteo Aparicio allá por el 1870 hasta Aparicio Saravia allá por el 1904, inclusive el más pre-claro de todos ellos, Basilio Muñoz, no llegó nunca a elevarse más allá del “anti-imperialismo” y eso, en 1933!!!

Batlle era un social -liberal burgués de su tiempo, así como Artigas, mucho antes, dejó a su hijo “esclavos”, lo cual ni les saca ni les pone méritos a sus respectivas gestas. Es tiempo -más que suficiente- para examinar críticamente todo y no seguir montado en viejas semi-verdades y mitologías del “medio pelo” del que esta llena la izquierda uruguaya y la legión “de confundidos que andan en la vuelta”, como acostumbraba a señalar, certeramente, el difunto “Urraca” Modernel!!!

Por el 1900, los tiempos de Batlle, la puja “interimperialista” por el dominio del mundo que llevaron a la primera gran guerra, habían sido precedidos después de la derrota de la Comuna de Paris de 1870, por una bonanza capitalista que duró sus buenos 30 años. Un crecimiento sin precedentes de la economía burguesa y un florecimiento de la cultura que parecía no tener fin. Los observadores atentos, sin embargo, presentían la guerra que llegaría finalmente en 1914, particularmente los socialistas y muy especialmente dentro de ellos, el ala joven en la que militaba Rosa Luxemburgo, Lenin y otros. Era posible hacer política y economía en el espacio que dejaban esas disputas entre las –entonces- potencias centrales y europeas. Con una parte muy considerable del comercio internacional de carnes, la renta de la misma y una población escasa, era posible llevar adelante “reformas” sociales avanzadas. Se hicieron dentro del espíritu avanzado del liberalismo social y no para “joder” a los socialistas, que en América eran pequeños y raquíticos por la casi inexistente actividad industrial.

Todo esto se lo saltea, “olímpicamente”, Jorge Zabalza.

Otra cosa muy distinta será “el neobatllismo” de Luis Batlle Berres. Zabalza parece querer fundirlos en uno, lo cual nos parece -desde el punto de vista histórico- una asociación abusiva, arbitraria, con el único objetivo de echar agua para su molino de “la revolución y el clasismo” que últimamente se ha convertido en su manía más obsesiva.

De 1900 a 1950, el país cambió y esos cambios fluidos que provocan los desarrollos históricos, parece escapársele a Jorge Zabalza, que cree que las realidades económicas y sociales son estáticas, inmutables. Digamos –enfáticamente- que no es así, sin ponernos liricos con la “dialéctica”.

Vayamos ahora, a sus acercamientos “tácticos” (¡?) con “los comunistas con carnet”.

Los comunistas uruguayos que ya en tiempos del “neobatllismo” andaban a la caza de “alianzas” solicitaban que se les considerara como aliados en el proyecto neobatllista. Luis Batlle los descartó por su ínfima representación parlamentaria, que en la práctica no les servía para nada.

Pero la misma paciente insistencia que los comunistas pregonaban con la burguesía política neobatllista, se convertía en sectarismo incruento contra los socialistas y los anarquistas en el movimiento sindical, sus hermanos de clase. Allí, en lugar “de la unidad”, todo estaba permitido, desde el divisionismo de la UGT, las huelgas acordadas para después traicionarlas y jugar a la división de los sindicatos que no podían controlar, las campañas de calumnias contra líderes obreros que no se les sometían y las maniobras más arteras y miserables en las asambleas obreras y en las negociaciones con las patronales burguesas.

Era voz populi, entre los sindicalistas, -que no eran solamente los activistas socialistas u anarquistas - que los “comunistas” eran unos “maniobreros sin principios” en los cuales no se podía confiar. La fama “de maniobreros” los sigue acompañando.

El mito de que los comunistas son unitarios, es solamente eso, un mito. Mito repetido por todas las instancias burocráticas del partido y su prensa y propagado como artículo de fé entre la sufrida militancia afiliada. Hector Rodriguez el dirigente textil comunista que sufrió aquellas campañas muchas veces comentó el tema en sus ocasionales prisiones y las pudo resistir gracias a que la base textil fabril, lo apoyó y no lo dejó solo ante la prepotencia del aparato. Son los capítulos sectarios y ocultos de la práctica sindical y política, de una parte de la izquierda, en el movimiento de masas. De lo que nunca se habla, pero que todos sabemos.

Lo mismo sucede con su intento de síntesis acerca del “marxismo” del PCU y su principal líder –el bien difunto- Rodney Arismendi. Zabalza en su libro lo califica de “profundo conocedor del marxismo” (ver pág. 43 de la cit. Obra).

El Sr. Arismendi, no fue “un profundo conocedor”…de nada, sino más bien un maniobrero menos sectario que su antecesor Eugenio Gómez, pero también un estalinista típico (inclusive un pedófilo). Nada más y nada menos. Lo que los “comunistas con carnet” quieran creer, todas sus mitologías, artículos de fé y sectarismos varios, hacen bien en circular “en su interna” y que se los crea el bobeta que quiera, pero los que no tenemos carnet de comunistas, ni nos interesa, no tenemos porqué andar buscando acercamientos con los mismos. Allá ellos con sus mitos y mitologías!!!

Le recomendamos a Jorge Zabalza la lectura de una obra reciente de Gerardo Leibner Camaradas y compañeros ” edit. Trilce, de 632 págs. y si se le despierta la curiosidad intelectual, un complemento necesario: “?Nos habíamos amado tanto? , obra colectiva de Federico Martínez, J.P. Ciganda y Fernando Olivari, 2012, edic La Bicicleta, 567 págs. Son dos “ladrillitos” convenientes y educativos, absolutamente necesarios para salir de la literatura a que los “comunistas con carnet” nos tienen acostumbrados, particularmente los mamotretos del difunto Turiansky, los del también difunto Jaime Perez, para no hablar de los “nuevos” del “renegado” Valenti. De Lorier, el último “timonel” conocido, mejor no hablamos, vaya cualquiera a ver las cosas que ha escrito, para comprender que el hombre no dá la talla.

El estudio del marxismo –además (y como si fuera poco!!!)- no existió nunca en el Uruguay, fuera de las lecturas particulares de algunos estudiosos que ni siquiera tenían escuela o cátedra en la cual difundirlo. Lo que en Uruguay existió fue la versión marxista de los “leninistas”, lo que se conoce como “marxismo-leninismo” y que es un invento del difunto Stalin y de la vieja URSS y sus intelectuales “de manual”, que el Che ridiculizó perfectamente bien.

Ese estudio del marxismo esta por hacerse y cuando nos llegó al Uruguay en sus formas mas serias nos llegó desde la Argentina o desde el exterior. No hay un solo pensador marxista uruguayo en la colección de pensadores latinoamericanos que valga la pena, que se haya editado y sea reconocido internacionalmente.

Aquí –y entre “el medio-pelo”- lo que existieron siempre fueron “modas”, “ondas”, superficialidades y noveleria. La moda “marxista-leninista”, la moda cubanista, la moda debraísta, la moda Althuseriana, los trataditos de la Marta Harnecker, la moda de Negri y “su imperio”, la moda del “socialismo del S. XXI” y, tantas otras boludeces más. Arismendi era un “guitarrero-payador” formado en la escuela de Stalin, no fue otra cosa nunca, ni lo pretendía. Cultelli, que entre nosotros la posaba de “marxista” y de “dialéctico”, no era nada más que un repetidos de Lefevre, el francés. Y en cuanto al “luxemburguismo”- tan mentado últimamente- de Raul Sendic, falta todavía el estudio serio, profundo, sobre el tema de si ese “luxemburguismo” no era más bien un posición a la que se veía forzado por la hegemonía en el viejo partido socialista, del marxismo frugoniano, de la Segunda Internacional, que era un remedo (no una copia, atención!!!) de Juan B. Justo, el marxista socialista argentino.

Todas estas cuestiones es preciso empezar a decirlas, particularmente en estos tiempos donde con hombreras de algodón “cualquier alfeñique la va de atleta”. O dicho de otra manera, el “marxismo” de Zabalza no vale un comino. Son simples balbuceos “materialistas”, marxismo elemental, sin originalidad y teñido además de elementos de su “blanquismo” original no muy bien digeridos.

En una cosa, sin embargo estamos de acuerdo con Zabalza: la visión estalinista de la “democracia avanzada” se ha conretado en estos que vemos como la práctica política del “progresismo frentista” en el gobierno.

La “democracia avanzada”, el “gobierno en disputa”, ha salido de la teoría para plasmarse en realidad. La búsqueda del “burgues honesto” es el desencuentro con una quimera, la concentración agraria ha aumentado, la extranjerización de la propiedad de la tierra (25% de la superficie útil), el envenenamiento de las aguas, el aumento del éxodo rural, el cretinismo “representativo y parlamentario” vigente, la burocracia estatal aumentada, el reino de los caraduras, de los improvisadores y de los trepadores, la corrupción generalizada del consumo, el movimiento sindical prostituido y burocratizado, la falta absoluta y la bancarrota del ideal socialista. A esto, llevaban las tesis políticas de ese “profundo conocedor del marxismo” que -dice Zabalza- era el difunto Rodney Arismendi y…además,… la liliputez casi microbiana de su “aparatito” comunista que no supera –electoralmente hablando- el techo de los 60.000 votos.

Todas estas cuestiones están ausentes en los capítulos iniciales del libro reciente de Jorge Zabalza. Es –por tanto- un intento de síntesis histórica más que discutible. Y una mala introducción para la pretensión de una “experiencia tupamara” con vista a “futuras insurgencias”.

Pero ya que estamos en el tema hay algo más que debe señalarse. La revolución cubana original despertó el entusiasmo y la aprobación de enormes multitudes, millones de hombres y mujeres la vieron con simpatía y esa simpatía se transformó en apoyo militante cuando comenzó a ser hostilizada constantemente por el imperialismo norteamericano. Derrotar en Bahía de los Cochinos a las fuerzas invasoras, entrenadas, financiadas, armadas y logísticamente apoyadas por los Estados Unidos, puso al rojo vivo, viejas cuestiones de la ingerencia norteamericana en el pasado. Estados Unidos vió en el desafío una amenaza en su propio “patio trasero” el coto particular de saqueo privado de esa nación. Lo mismo sintieron las oligarquías locales, aquí estaba en entredicho la brutal explotación agraria, casi feudal, donde cualquier atropello y abuso estaba permitido. Esa “dualidad” entre la explotación capitalista urbana y “el atraso” en las relaciones agrarias, era – hace cincuenta años - el talon de Aquiles fundamental del capitalismo dependiente en America Latina. Hoy día, aunque queden bolsones –todavía inmensos- en ciertos países de ese atraso, el capitalismo y las relaciones capitalistas han avanzado…solo para provocar nuevas catástrofes sociales y en el medio ambiente.

En Cuba, las relaciones sociales en el campo, después de 56 años de “administración socialista” han arruinado completamente al país. Lo dicen las mismas autoridades oficiales cubanas, los más que geriátricos dirigentes de la gesta revolucionaria de otrora. Decía el Sr. Raul Castro, cuando no era la autoridad máxima como es ahora: “Aquí no hay socialismo, lo que hay es sociolismo” . Es decir, el mismo problema que existía en los países del “socialismo real” antes de la “implosión”.

Es enorme la cantidad de testimonios –inclusive aquí, en Uruguay- que lo atestiguan. Pero vaya cualquiera a discutir el tema en reunión del movimiento social y/o sindical y se enfrentará a los defensores de la alta burocracia cubana que repetirán el argumento “del bloqueo” y se negarán ferozmente a reconocer los errores propios. Si ayer se trataba por todos los medios de defender “la gran patria de los trabajadores” hoy, lo mismo, se vuelve a repetir con la isla del Caribe. Y por los mismos agentes políticos que antes.

Cuando esa revolución, a pocos años de haber derrotado a Batista, tomado el poder, e iniciar las transformaciones sociales en Cuba, tuvo que teorizar acerca de lo que había sucedido, y de su peculiaridad, inventó “la teoría del foco”. Fidel Castro, Guevara y el intelectual francés Debray fueron sus expositores principales. Cualquiera que haya –en su momento- estudiado aquel debate, sabe y puede enumerar las criticas fraternales que les hicieron otros que habían estado en la lucha armada, en las guerrillas y que por tanto conocían perfectamente bien de lo que estaban hablando. En Monthly Review –de entonces- hubo artículos señeros por los que habían peleado en las Filipinas, entre “los Huks”.

Desde el comienzo con el guerrillerismo esta presente “la desviación militarista”, y ésta se repitió una y otra vez. Pero una enorme cantidad de jóvenes latinoamericanos prestaron oídos sordos a aquellas voces, apremidados por sus aspiraciones y ansias de “hacer la revolución”(una revolución para qué?) y estimulados en sus esfuerzos por la dirección política cubana. Jorge Torres ha analizado perfectamente el problema y lo ha atendido en dos de sus últimos libros que hemos mencionado anteriormente. No es la primera vez que lo señalamos, lo hemos hecho repetidamente a lo largo de varios años, pero estamos convencidos de que señalarlo, es un poco en vano. El hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra del camino y proseguir ufano como si nada hubiera pasado.

Jorge Zabalza, en éste, su nuevo libro, insiste una vez más en variaciones sobre el mismo tema. Se trataría, ahora, de que “el hombre nuevo”, la cofradía de los selectos, no se separe mucho “como vanguardia” de las aspiraciones colectivas de las masas. Como se vé unas pocas necesarias correcciones, casi cosméticas, son capaces de modificar el curso, y salir victoriosos, superando los escollos del pasado. El planteo es de un mecanicismo enervante. Solo… que Zabalza en 21 años (si tomamos la fecha “de su ruptura”, 1994) o en 30 años (si tomamos la fecha de 1985) no ha podido encontrar entre sus viejos compañeros el “equipo” que le “haga pata” para la empresa. ¿No ha reflexionado de que por algo será? ¿Que algo falla en su teoría?

No nos adelantemos, sin embargo, a los acontecimientos. Dijimos que el libro contiene 18 capitulos y hemos analizado solamente los primeros tres. Dijimos también en el artículo anterior “que el rollo es largo”. Así que recomendamos- a los posibles lectores- un poco de paciencia. Falta, algo más que el rabo, por desollar.

 

 

 


 

 


 
Copyright © 2007 SURda All rights reserved. webmaster@surda.se